Debates, ganadores, perdedores, soflamas triunfantes o derrotistas de los seguidores de unos y otros. Y mientras los ciudadanos, o al menos yo, no sé muy bien con qué motivación ir a votar. Le regalo una clave a nuestros políticos, a ver si pueden hacer algo con ella. Los Sapiens movemos el culo y cambiamos (también de voto), exclusivamente por dos motivaciones; convicción o desesperación.

Pongo un ejemplo con VOX. Los muy convencidos de que los chalecos color verde caza, la propia caza, ETA, la bandera de España con y sin aves, los inmigrantes sin papeles (salvo que trabajen como servicio doméstico, o recogiendo cultivo en fincas afines), el aborto (salvo que sea de sus hijas) y la práctica formal y vacía (en general) de la confesión cristiana, son los temas importantes de la vida, votarán por convicción a ese partido. Los que además de poseer alguna de esas características, sufran para llegar a final de mes, hayan perdido el trabajo, les haya subido la hipoteca 300€ y escuchen mucho a Carlos Herrera en la COPE, votarán, a su vez, con cierta desesperación por los ultras.

Yo voto por convicción, pero solo por la convicción aprendida de que ejercer ese derecho es importante. A quién doy mi confianza ya es algo más laxo, e históricamente cambiante. No me he leído (ni me voy a leer) ninguno de los programas electorales. Lo sé, soy un mal ciudadano, un irresponsable. Sigo la actualidad política por titulares de Twitter y algunas tertulias de radio. No he pensado mucho en las principales leyes aprobadas en el congreso y no percibo claramente cómo afectan a mi vida, ni a la de los que me rodean, ni tampoco a la de la población en general. Igual no merezco votar, o vivir, no lo se.

Los políticos me resultan personas poco o nada atractivas y debe ser complicado su trabajo, porque una mayoría además, parecen poco aptos para cargos de tanta importancia. Es tremenda la poca autenticidad que irradian y no puedo con esa falta de escrúpulos y vergüenza que deben ser imprescindibles para hacer lo que hacen, sin que el pudor les penalice.

¡Qué lache, bro!, esta es la expresión de mis hijas para la vergüenza ajena. La he aprendido hace poquísimo.

Si a todo esto le añades que el ego es un mal compañero de viaje, pues el escenario de por quién votar se torna bastante oscurito. Pero seguro que esta visión es cosa mía, producto de mis sesgos, porque es imposible que todos sean tan justitos.

Con todo, olé sus coños y sus huevos, que alguien tenía que hacer ese curro. Si ya tuvieran ganas de servicio público y no solamente de salir reelegidos en las siguientes elecciones, sería la pera. Pero sé que pido demasiado. Así que, queridos representantes políticos de todos los partidos, muchas gracias por hacer este trabajo, que requiere semejante cuajo. Y lo digo muy en serio, rima incluída.

Para mayor drama, mi visión del mundo no gira entorno el eje izquierda/derecha. Comunismo y capitalismo son dos polos de una misma concepción del mundo, el materialismo, que se ha demostrado más que fallida para gestionar la movida global. El debate no está en cómo repartimos los bienes materiales, eso tengo claro que tiene que ser a través de la redistribución de la riqueza de los que más ganan, hacia los que menos tienen y por eso pago feliz mis impuestos.

El concepto clave olvidado, fundamental para construir una sociedad sana, es el de recuperar y saber ubicar lo espiritual. Porque lo espiritual, igual que lo material, es necesario para un correcto desarrollo individual, para conectarnos entre nosotros y también al resto de seres vivos y clave para conseguir que, tras nuestro paso por aquí abajo, se quede un mundo mejor de lo que estaba cuando llegamos a él. O así debería ser.

Pero de eso no habla ni perri. Los unos esquinan lo espiritual, no vaya a ser que se confunda con la rancia Iglesia católica. Y los otros piensan que espiritual es equivalente a pijoprogre moderno que medita, fuma porros y hace retiros de respiración holotrópica.

Y no hace falta ser un sesudo académico, un teólogo de la liberación, o un yogi, para vivir la espiritualidad, Serrat lo hace en cada canción. Y yo coincido con él en que cada loco con su tema, lo mismo da artefactos, bestias, hombres y mujeres, que cada uno es como es y baja las escaleras como quiere. Pero puestos a escoger, yo prefiero un buen polvo a un rapapolvo y un bombero a un bombardero, crecer a sentar cabeza, la carne al metal y las ventanas a las ventanillas. Y sé que tratándose del gran Joan Manuel, unos me van a etiquetar de woke, aunque haya escrito claramente que, el eje que a mi me interesa no es el de derecha e izquierda, sino el de materia y espíritu.

Pero ojo, que ni con Serrat son todo concordancias, que yo a Capdepera y a su farero no los quiero ver ni en pintura. Tengo un trauma con ese pueblo desde que mis padres me mandaron allí de campamento, cuando tenía 8 años. Angelito…

Y hablando de mi padre, igual tengo que hacer como él y votar por mi equipo, sin otra convicción y sin desesperación alguna. Lo de votar a tu equipo es un criterio como cualquier otro y presumo que tan gratificante como mayoritario. Mi padre va a votar a los suyos porque sí, porque uno no deja de ser de su equipo nunca, aunque los fichajes sean malos, juegue feo, cambie el diseño del escudo, se avergüence en sus ruedas de prensa o se convierta al club en Sociedad Anónima.

Él podría votar al PSOE por haber conseguido que su pensión se equipare al IPC, o porque hubiera vacunas contra el COVID en su momento, o porque el cine le cueste 2€, o porque el cercanías sea gratis, o porque se haya conseguido regular la inflación, o por la excepción ibérica. Podría votar al PSOE porque en su momento votó a Felipe, o porque el presidente Sánchez fue compañero de colegio y de equipo de su hijo mayor. O porque hace unos años se paró muy simpático a saludarle, antes de dar un mitin en el Parque de Berlín de Madrid.

También podría votar a opciones más conservadoras y a nadie le sorprendería. Nació y vive en Madrid, en un barrio nada dudoso de ser progresista. En Ayala hasta que se casó y luego en Núñez de Balboa, donde sigue desde hace más de 50 años. Así de aspecto, sin profundizar, se asemeja al arquetipo andante del convencido votante del PP. Y solo por osmosis, por respirar esa energía, podría haberse entusiasmado, cargado de argumentos y con notable éxito de crítica y público haber empezado a votar al centro derecha. Si lo hubiera hecho, sus conversaciones de bar serían más fáciles, podría justificar que está harto de cualquier cosa y despotricar sin miedo a generar incomodidad entre sus convecinos.

Ese viaje y sus consecuencias habrían sido muy parecidas a haberse hecho del Madrid y me temo que esto es inconcebible para él. Como buen conservador, se aferra a lo que siempre ha sido y no lo cambia, cantantes, equipo y partido político incluidos.

Si por convicción fuera, yo votaría a C. Tangana porque, ¡qué maravilla himno ha creado para el Celta de Vigo!. Pone los pelos de punta, «no sei se podo vivir sen ti, pero iso éme igual, cada vez que mires atrás, sempre hei estar aqui«, qué gozada, pura espiritualidad. Ahí sí que me enganchan a mi.

Pero la política no es el deporte, aunque ambas funcionen con la lógica de «que gane mi equipo». Así que miren hacia dentro, respiren y voten lo que voten, háganse del Celta.

Pasen una buena semana de reflexión y ánimo que ya se acaba este espectáculo.

2 respuestas a “Las motivaciones”

  1. Grande la entrega del contrafantasma y ¡¡tremendo!! el himno del Centenario del Celta

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