Ayer participé en un taller en el que el dios fuego me dijo que yo era la nutria. También me preguntaron cuál era mi sueño, aprendí sobre geometría sagrada, sobre los patrones vibracionales que no percibimos de manera consciente, pero que nos afectan, bailé con los ojos cerrados al son de instrumentos poco convencionales y dormí la siesta en el suelo con otras ocho personas.
Luego de noche he soñado que mi primo Rafa me presentaba al «Rey de Majadahonda», con la intención de que fuera mi agente artístico, En el sueño yo vestía mi sudadera gris con el nombre de Kurtinaitis rotulado en el pecho, sudadera que el muchacho me jaleaba y yo, consecuentemente, le contaba que ese nombre era el de un jugador de baloncesto de aquella selección de la URSS de finales de los 80 que fue insuperable. Pero al «Rey» y a sus bros no les sonaban de nada Homicius, Sabonis, o Walters, si bien les molaba el dato de que aquellos fueran quienes estrenaron las Adidas Forum, que dos de los colegas calzaban esta noche en mi sueño.
El caso es que lo de «Rey» no era apodo, sino nombre, Ray, cosa que he reconocido por un colgante del tamaño de la tapadera de un bote de menestra que llevaba en el pecho. Al fijarme me daba cuenta de que no era sólo el tamaño, sino que era la tapa de un bote de menestra. Y al toque caigo en que todos llevan esos mismos símbolos colgando de sus cuellos, con variaciones en el diseño y en el nombre. En ese momento flipo, porque yo llevo años guardando las tapas de los botes de menestra, pensando en que algún día haré algo artístico con ellas (esto es en el mundo exterior, los guardo en bolsas en el trastero de casa). Ray en el sueño me dice que los hace «ella», señalando a una chica de unos veinte años apoyada en un coche, en cuyo colgante de tapa de bote de menestra dice «Paz», sobre el dibujo de una nutria. La nutria del taller de la tarde, esa que me trajo el dios fuego y el nombre de mi madre en el pecho de esa chica. ¡Uau!, pienso. Porque uno dentro de sus sueños puede pensar, emocionarse, sentir, igual (o mejor) que lo hacemos en la vigilia.
El caso es que Ray me dice que le gustan mis canciones y yo, sorprendido, le pregunto que de qué habla, que yo no canto. Abre su Spotify en el teléfono, me pasa uno de sus Airpods y reproduce un tema pegadizo que yo no he escuchado en la vida. A los pocos segundos reconozco un estribillo que dice «belleza, salud,, sencillez y verdad, esos son mis cuatro anhelos de realidad». Le miro sonriendo, me pasa el teléfono y veo que los nombres de los temas del listado, son los de los posts de mi blog, o parecidos. Y me dice que las letras de sus canciones están inspiradas en palabras salidas de elcontrafantasma.com y que el cantante es «este», uno de los que llevaba puestas las Forum y el nombre «Gone» escrito en su colgante de tapadera de bote de menestra. No me ha dado tiempo a preguntarle si se llamaba Gonzalo, porque justo me he despertado.
Eran las 6,30 de la mañana de hoy y claro, he decidido levantarme y ponerme a escribir esto para que no se me olvide. Me he calentado el agua para la infusión de romero y artemisa, y me he colocado los auriculares escuchando un listado de Spotify creado por mi hija Mariana. Todas las canciones me gustaban, algunas las conocía, pero la mayoría no y prometo no volver a criticarla por el reguetón, porque su lista denota que tiene un fino gusto musical,
Y he escrito este post llorando durante un par de horas, emocionado porque la vida es una bendición y porque cada uno de nosotros somos un «milagro con patas». Frase que no es mía, la dijo David ayer en el taller del dios fuego trayendo nutrias, los bailes, las vibraciones que construyen geometrías sagradas y los adultos desconocidos durmiendo la siesta juntos en plan tribu.
En 2014 abrí este blog porque pensé que sería sano para un amigo al que no le iba bien y al que le gusta escribir. Quedamos en que él escribiría una entrada y yo le contestaría. Era una cosa entre nosotros, epistolar. Mi amigo aguantó dos entradas, yo tres. Y lo dejamos.
En 2017 borré aquello y cambié el nombre del blog a este que tiene hoy. Con esta se cumplen 200 entradas de esa nueva fase de mi vida y la pasada noche he descubierto que escribo para que Ray sea mi agente artístico y para que Gone cante mis posts. Y he aprendido que guardo todas esas tapas de botes de menestra, para que Paz pinte sobre ellas.
Y para seguir soñando y viviendo, que al final es lo mismo. Pasen un precioso domingo.
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