Octubre, otoño, confinamiento perimetral, la perra diabética debutante e insulino dependiente, mi padre en puertas de otro cateterismo, el Estudiantes masculino sin rascarla como siempre, Trump hospitalizado por el virus, mi bicicleta arreglada, mi hemoglobina glicosilada (H1C) en 6,7, las meditaciones de esta semana relativas a las relaciones, la Dra, Hillman recetándome tratamientos contra el colesterol por teléfono, Ansu Fati rompiéndola. Abstraerme del ruido exterior no me está resultando sencillo, lo reconozco. Los políticos, los medios de comunicación y los ciudadanos, cada uno con nuestra responsabilidad, estamos convirtiendo este momento histórico en una novela de Philip K. Dick. Lo que sucede es grave, ha sido muy traumático, inesperado y nos agarró a todos en el pedo líquido habitual en el que vivimos. Pero yo, como escribo en mi blog, cuento mi versión sesgada.
Y si hablo del virus, siendo cierto que la situación de hoy es diferente a la de hace siete meses, no es menos cierto que sigo sin tener respuestas para las preguntas que más me interesaron en el mes de marzo. Las dos primeras eran de dónde vino el virus, y si es un virus creado en un laboratorio.
Como todo perro pichichi leo en internet (sobre todo Twitter) y tengo amigos médicos, investigadores, epidemiólogos (perfil que ha sustituido al de los seleccionadores nacionales de fútbol, si entras a un bar madrileño), periodistas y con todos ellos he conversado en repetidas ocasiones sobre esas preguntas. Dinámica que a menudo me lleva a debates tan ricos en argumentos e intensidad, como vacíos en conclusiones. Y los participantes nos movemos entre las teorías de los que defienden que esto es una corrección global de la madre naturaleza, porque la estamos maltratando tanto que vamos a acabar con ella, a esos que piensan que ha sido un descuido de alguien (de nacionalidad china, claro) manipulando vacunas, hasta por supuesto los que ven aquí una conspiración, un acto de guerra del SXXI, o un ejercicio de control poblacional pergeñado por oscuros poderes. En este último sentido y dándole una vuelta de tuerca a los conspiranoicos, es oportuno mencionar que mi amigo Josh me dijo en verano que esta pandemia estaba montada por los poderes económicos norteamericanos (esos que están por encima de los poderes políticos y que soportan en igual proporción tanto a republicanos, como a demócratas), para acabar con Trump. Porque parece ser que el actual presidente de USA es tan atípico, que sólo le interesa lo suyo. Y que la única manera de que perdiera las elecciones era con una gran crisis económica mundial. Y visto lo visto, no me parece una locura la explicación de Josh…
Yo soy de los que creen que todas esas posiciones tienen motivos para ser defendidas y que es probable que la verdad sea que no sólo un factor es el causante del circo actual, sino que una mezcla de los tres ha empujado a que estemos vistiendo mascarillas molonas con la banderita de España , encerrados en ciudades de más de 100k, sin opciones de ir al médico de cabecera porque no te dan cita, e invirtiendo tiempo y neuronas en personas de dudosos talentos para las funciones que acometen, como lo son Isabel Díaz Ayuso y Pedro Sánchez. Bastante lío tenemos tratando de gestionar las consecuencias en nuestro día a día, como para elucubrar a ciegas sobre sus causas. Es un tema que me parece tan interesante, como poco alentador. Aún así, lo hablo muy a menudo, lo reconozco.
Y como con las dos primeras no tengo éxito en las respuestas, me quedo con las otras dos preguntas que más me vienen: ¿por qué pegó tanto en España, o en el norte de Italia, o en Perú, o en Brasil? y ¿por qué de esa manera en las personas mayores?.
Durante el verano no pasó nada, porque todos sabemos que los virus se van de vacaciones. Pero hoy, a primeros de octubre, sigue habiendo contagios y a mi se me ocurre que los hay porque es un virus y se dedica a viajar de un huésped a otro, con el objetivo de preparar a ese otro a aguantar el proceso infeccioso que encarna. Y cuanto antes contagie a todo el mundo, antes estaremos preparados para convivir en armonía con él. Y por esa misma esencia cada vez es menos letal, porque a ningún virus le interesa que desaparezca la especie donde se aloja, ya que eso supondría también la desaparición del propio virus. Así que estamos en ese momento en el que como especie, tratamos de equilibrar la infección y la convivencia de este nuevo virus en nuestros organismos.
Hoy además hay tests PCR y muchos dan positivo (sobre todo en la sanidad pública). Estos tests no estaban en primavera, ni siquiera para el personal que estaba más en contacto con el virus. Ahora que están en los almacenes de los proveedores y de los hospitales, hay que gastarlos, porque dentro de poco la OMS los descatalogará como herramientas de diagnóstico y no servirán de nada en las estanterías. Y además, si se puede, hay que venderlos caros, porque con la alarma que hubo y la demanda mundial disparada, los intermediarios (y probablemente los fabricantes) alzaron los precios y esto es un tema económico, además de sanitario.
Además hay ingresos hospitalarios, hay subidas a las UCIs y hay muertos. Un muerto es un tema muy importante para todos, sobre todo para los que les toca en primera persona. También hay altas hospitalarias y parece que la tendencia en este sentido es bastante diferente de lo que fué. Por último también hay dinero oficialmente asignado para los hospitales y para las comunidades autónomas, si tienes pacientes ingresados, pacientes en las UCI´s, o contagios diagnosticados. Y no alcanzo a saber la incidencia real de este aspecto en la evolución aparente de la crisis.
Hay todo eso y la primera causa de muerte en España sigue siendo la enfermedad cardiaca, pero de eso no hay un marcador en tiempo real (están entorno a las 200k al año), cada vez que abro El Confidencial. La segunda es el cáncer y tampoco encuentro la cifra de diagnosticados en el último mes, ni la distribución de muertos por provincias, ni por tipología de tumor, y mucho menos veo a Ana Rosa Quintana mandando reporteros a las unidades de arritmias o de oncología de los hospitales madrileños a comprobar el estado de los pacientes. Y no se cuál es la razón.
Pero volvamos a las preguntas de por qué en España y por qué a los mayores. Tiene que haber una causa diferente a las manifestaciones del 8 de marzo, al partido del Atleti o al mitin de VOX. Y yo, profano en epidemiología, lo más cercano que he encontrado a unas respuestas con sentido son las de mi amiga médico (la mejor que he conocido), que dice que la vacuna de la gripe que se ha administrado en España hasta la última campaña, estaba compuesta por cinco cepas diferentes de coronavirus y que ese tipo de vacuna es cómo llevar un foco de atracción para cualquier virus nuevo. Me dice además que esto lo saben todos los médicos y que no cree que haya más de un 1% de ellos que se haya puesto esa vacuna de la gripe. Y que cuando viajas a África u otros lugares donde se requieren vacunas especiales para virus no habituales en nuestra región, lo primero que te preguntan es si estás vacunado de la gripe. Y si la respuesta es que si, no de dejan ir, porque eres carne de cañón para atraer todos los virus nuevos.
Me explica también que la OMS ya ha descatalogado ese tipo de vacunas y que las que se fabrican ahora llevan un máximo de tres cepas. Y que lo que pasa es que en España teníamos un excedente enorme y había que gastarlas este año o venderlas, porque tampoco tenemos plantas adecuadas para la destrucción de las mismas. Así que vacunamos masivamente a todos los mayores, sobre todo los de las residencias, además de a todos los centros de inmigrantes, y en definitiva a todos los colectivos a los que podíamos «obligar». Obviamente, esto sin saber que un nuevo virus iba a llegar a nuestras tierras.
Ah, y me cuenta que la vacuna que nos sobró la vendimos fuera. Casualmente a la región del norte de Italia, a Perú y a Brasil. Mira qué coincidencia.
Mi madre (con 67) y dos de sus hermanos (con 47 y 28 respectivamente) murieron de cáncer. Las cardiopatías y el cáncer no son enfermedades infecciosas y tampoco parece que interese abordar de verdad las causas de su gigante crecimiento, su impacto en la inversión necesaria en los sistemas de salud y su relación con el sistema de vida que tenemos. Leo en el libro Food Fix del doctor norteamericano Mark Hyman, que la industria de la alimentación engrosa el 15% del PIB mundial y que está controlada por cinco o seis grandes corporaciones, que controlan tanto la producción, como la distribución. La agricultura masiva dedicada a la alimentación está acabando con el suelo fértil y agravando con ello el cambio climático, el tipo de alimentos procesados que fomenta es veneno para el ser humano y eso impacta en lo que cuesta la sanidad, lo que favorece a las farmaceúticas, otro gran lobby industrial.
Alimentación y Farma se necesitan, no en vano Bayer ha comprado recientemente Monsanto, cerrando el círculo nada virtuoso de producir el veneno (los famosos alimentos transgénicos de Monsanto) y al tiempo la medicina (la aspirina de Bayer) que arregla la enfermedad causada por el veneno.
Y sus lobbies tienen más poder que los presidentes de los países.
Así que tratemos de comer bien hoy domingo y toda la semana, y sigamos entretenidos con el circo de la pandemia.
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