Eric Nuzum, productor de radio norteamericano y gurú del podcast, dice en su libro Make Noise que un podcast no es simplemente un contenido (no le gusta nada esta palabra) sonoro, y que tampoco es lo que conocemos como la radio. Y explica la diferencia con dos motivos: el primero es que en el podcast el usuario elige deliberadamente lo que quiere escuchar y el momento de hacerlo. Y el segundo que el podcast se escucha (normalmente) con auriculares. Ambas características muy de la época en la que estamos.
Llevo 16 días escuchando podcasts de manera compulsiva y en mi caso sólo hay un motivo: no quiero ver ni escuchar a los medios hablar del virus. Y menos aún a los políticos que los medios tienen la obligación de amplificar. Y digo los medios. pero incluyo a los particulares que citan a esos medios en sus cuentas de Twitter, como arma en contra del «otro». ¿Quién será el «otro» en una situación como esta?.
Es domingo y hace un día espectacular, apenas hay contaminación y la naturaleza está tomando nuestras calles con motivo; está enfadada con nosotros, nos da una lección de lo que sucede cuando no estamos tan presentes, cuando somos respetuosos con ella y nos dedicamos a cuidarla. Ayer los conejos se acercaban más que nunca y el silencio era tal, que si te fijabas mucho se escuchaba el despliegue de las flores en busca del sol.
He tenido un par de días jodidos, sobre todo el viernes. Motivos no faltan, pero hay dos cosas que me agarran y salvan antes de caer. La primera la gente: mis niñas, los del grupo de chat de EGB, las reuniones de trabajo virtuales, (algunos de) la familia, los de clase de psicología, los amigos que te llaman, los vecinos de arriba que no conozco, Victor el conserje de la comunidad… Y la otra cosa que acude al rescate es lo invisible, esa parte de la realidad que no sale en ninguna pantalla salvo la interna, la que está de tu frente hacia dentro, que sólo ves tú, que recorre todo tu ser y tiene una profundidad increíble. Ahí están los sueños de cada noche, la creatividad para completar estos días de poca acción exterior, las emociones por los aplausos, la compasión por los que están sufriendo, la inteligencia para coordinar a los niños, para explicar a los adolescentes. los recuerdos de cuando podíamos ir a los bares, los planes de futuro, esos que no van a necesitar ser buscados en internet, ni viajar muy lejos para ser completados. Y sobre todo el amor, el amor, el amor (click al link para seguir leyendo).
Esa pantalla interna de cada uno está recibiendo mucha audiencia estos días y la pantalla interna global lo agradece. Esto está haciendo bien al cosmos, a todos nosotros, porque estamos unidos por lo invisible y cuando conectamos con eso, aunque no nos hayan explicado nunca cómo se hace, tiene un maravilloso efecto. Estos podcasts internos muchas veces no los sabemos interpretar, nos raspan un poco y nos los queremos quitar de encima. Pero el simple hecho de sentarse solo en el balcón interno a contemplar (palabra que viene del latín _cum, que significa acción conjunta y _templum, que significa lugar sagrado para ver el cielo), lo que está pasando, ya hace mucho bien al colectivo.
Así que aprovechemos el sol y vayamos a la ventana a ver la ausencia de gente en las calles, a la cocina a tomar el primer café del día, a la sobremesa con lo que queda del vino de la comida. o a la cama al acostarnos, y contemplemos juntos la pantalla interior y nuestros contenidos, que son los de todos. Y confiemos.
Love changes everything, como canta Sting.
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