Es normal encontrar al Contrafantasma mirando a la nada, que en ocasiones coincide con estar delante de su teléfono sin ejercer acción alguna. El teléfono está denostado porque dicen que nos desconecta del resto de humanos, pero él encuentra el aparato especialmente útil para salir de la rueda del hámster en la que corremos cada día. Esa tarde además, el teléfono le propuso escuchar «Distant Sky» de Nick Cave y leer un artículo de Valdano sobre Dembelé. Las dos actividades le produjeron una sensación placentera, como también lo hacen un viaje en metro, una siesta corta antes de comer, un paseo por el campo o el sexo oral después del desayuno. Cualquier cosa que nos haga parar y mirar adentro es una victoria individual y una aportación valiosa para el colectivo. En ese momento de pausa hay que cuestionar todo lo que hacemos y enfocar todo lo que somos, que normalmente es mucho.
El Contrafantasma es de los que se preguntan cosas que no tienen demasiada relevancia para la opinión pública, y no lo hace de forma consciente y por tanto voluntaria, sino que simplemente sucede. Hay días que indaga sobre por qué Juanes tiene la camisa negra, o quién elige los fondos de pantalla del MacOs. En otros se abstrae con temas más complejos, como tratar de hacer presente y continuo lo que emerge de sus sesiones de análisis, o como trasformar complejos negativos en positivos. Analizadas de manera independiente, estas cuitas parecen no llevar a ningún lado, pero si unes los puntos de esos momentos de introspección, puedes sacar conclusiones muy notables acerca de quien eres, cuál es tu arquetipo y cual tu misión en esta vida. Y lo que cada uno es y la misión que tiene, son algo normalmente profundo, único, divino y trascendente.
Y vida solo hay una, así que vayamos parando, no haciendo nada y uniendo luego los puntos, a ver qué sale. Igual sale un arco iris.
Deja una respuesta