El mundo exterior es eso a lo que la mayoría suele llamar la realidad. Es donde suceden los hechos que se pueden experimentar con los sentidos. Es todo lo que vemos, tocamos, todo lo que podemos medir y pesar, todo lo material en definitiva. A ese mundo exterior no pertenece lo que pensamos, ni lo que imaginamos, que forman parte del mundo de la conciencia. Y a ésta no pertenece lo que soñamos, ya que los sueños ocurren cuando la conciencia está relajada, o directamente dormida. Los sueños están más allá de la conciencia y poseen sus propias reglas. Y por último está el mundo interior, expresión que asociamos con esas personas introvertidas, que no interactúan socialmente como la media (sobre todo española) y que están en aparente armonía, sin necesidad de estímulos externos. «Tiene mucho mundo interior», solemos decir de ellas… Pues nada que ver, el mundo interior nos afecta a todos, sea cual sea nuestra personalidad. Es el mundo de los arquetipos, palabra que viene del griego «arje«, que quiere decir origen y «tipo«, que significa fuente, sello. Así que arquetipo, significa sello de origen y se refiere a lo que traemos de serie cada uno de nosotros. Sin miedo podemos decir que es lo que somos, la esencia de todos los elementos del cosmos. Ese mundo interior aparece en los otros tres de diferentes maneras, pero una forma muy sencilla de reconocerlo es no pensar, simplemente ser. Y si, es difícil, pero funciona.
Los cuatro mundos coexisten y se compenetran, si bien hay momentos donde unos tienen más presencia que otros. Es seguro que el mundo exterior es el que reconocemos mejor y ademas es el que domina el paradigma científico (física), político (democracia) y económico (materialismo). Y por qué no decirlo, el mundo exterior mola. Un ejemplo sencillo es que pensar y sentir el amor de pareja, es sin duda maravilloso, pero experimentar en el mundo exterior con el cuerpo de la persona amas, antes o después de una buena comida y un vino rico, es igualmente o más maravilloso. Pensemos en el mundo exterior como si fuera el vidrio de esa botella de vino, el contenedor de los otros elementos, el contenedor de los otros mundos, pero un contenedor que te alegra la existencia.
El arquetipo del Contrafantasma estaba volcado en el final de verano y en apurar los últimos tintos con blanca que le proponía el aún templado clima. Los días eran más cortos y mientras esperaba a que acabara la lavadora, leía la novela «Ordesa» de Manuel Vilas, de lo mejor que había llegado a sus manos en los últimos tiempos. Era jueves y los jueves siempre hay algo a lo que engancharse. El nombre jueves viene de Jupiter y la influencia de este astro tiene que ver con la expansión. Debe ser por eso que las noches de jueves en Madrid son tumultuosas, divertidas y llenas de oportunidades para ensanchar la conciencia. Dejó de leer y chequeó el móvil en busca de esa promesa jupiteriana. Al abrir el correo encontró un mail de una dirección que le resultaba familiar. Era la dirección de Irma a la que él aún no se había decidido a escribir. El asunto del correo titulaba «Hoy» y el cuerpo decía lo siguiente:
«Hola,
Como veo que no te animas a contactar, he decidido hacerlo yo. Lo hago por mail porque me parece menos intrusivo y te da la opción de no contestar si no quieres, o ya tienes plan. El motivo es sencillo, quiero que nos veamos. Fran se ha marchado a Ponferrada para visitar a su familia y yo no acudo hasta mañana viernes. Si te apetece y puedes, aquí estoy.
Se que tienes mi número porque llamaste el otro día, así que dame un toque en caso afirmativo y cerramos lugar y hora.
Un beso.
Irma»
No esperaba recibir ese mensaje de Irma y menos aún esperaba que Fran fuese de Ponferrada. Si algo caracterizaba al Contrafantasma, era que solía tomar la iniciativa y que no se sentía nada cómodo en entornos rurales. Lo segundo no era para pensarlo en este momento, así que se centró en lo primero, la iniciativa, que en esta ocasión no era suya, sino de Irma. Con Irma todo era diferente. Sin pensarlo (siendo) contestó que si, propuso un lugar que conocía bien, donde podrían estar tranquilos y donde se come muy bien y propuso encontrarse a las 9,30pm. Lo hizo por mensaje de texto porque no se atrevía a llamar. Rápidamente Irma contestó que si, pero que el lugar sería otro y a las 10pm, que antes tenía que acabar la maleta para Ponferrada.
Era su primera. Era la primera Primera Cita que tenía el Contrafantasma en más de tres años. Las primeras citas tienen un exceso de carga de literatura romántica y películas de Julia Roberts, pero al Contrafantasma siempre le habían entusiasmado. Esta Primera Cita era sin duda especial, porque era con una mujer única, con la que ya había estado dos veces de manera accidental y que además ahora era la pareja de otro.
Le había encantado la inesperada extroversión de irma. Jupiter estaba haciendo de las suyas. Qué maravilla el mundo exterior, pensó mientras se metía en la ducha.
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