Hace 10 días el Contrafantasma fue a casa de Petra y allí estaba Irma. Hablaron durante un rato maravilloso y volvieron a conectar después de 18 meses sin verse. En ese tiempo ella se había echado un novio de barba y aspecto de señor mayor, que lo más relevante que dijo fue que no era su novio, sino su prometido. A él no le extrañó que Irma encontrara novio, lo que pasa es que le hubiera gustado ser él mismo. Y por otro lado, el candidato ganador, Fran, le había resultado sumamente aburrido para Irma.
Haciendo la colada el domingo había encontrado un papel en el bolsillo de su camisa, con un numero de teléfono y una leyenda que decía «mantenme informada». Tras un par de intentos infructuosos de averiguar quién habría deslizado esa nota, desistió y dejó el papel en el frutero de la cocina. Ese día transcurrió plácido entre la lectura, el visionado de series y una carta que le escribió a Irma. No volvió a pensar en la nota hasta el miércoles cuando sonó su teléfono. Ya era agosto y este año ha coincidido la entrada del mes con la llegada del calor de verdad a Madrid. Quien llamaba se presentó como Curra y como la persona que había introducido el papel en su bolsillo. Le dijo que además había conseguido su teléfono a través de Petra, por si sucedía lo que sucedió, que el Contrafantasma no marcara el número de la nota para contactar. Le explicó que la razón por la que quiere que le mantenga informada, no se la podía contar por teléfono y que si le parecía bien quedar en algún momento para explicárselo. Todo esto le sonó raro, pero al mismo tiempo había algo en la manera de hablar de su interlocutora que le atrapaba. -Sólo dime una cosa-, intervino él, -¿por qué no te presentaste en casa de Petra y me lo dijiste en persona?-. Ella respondió que no estaba allí, que no podía estar y que le encargó a alguien que metiera la nota en su bolsillo y que cuando se vieran y se lo explicara, él lo iba a entender.
Quedaron el jueves a las 9pm en el Harvey´s de la calle Fuencarral, donde en su opinión sirven los mejores Bloody Mary´s de Madrid. El llegó treinta minutos antes de lo previsto y se sentó al final de la barra. La calle estaba en obras, como pasa en agosto en media capital y los 40º hacían imposible ocupar una de las dos mesitas de fuera. Pidió un primer Bloody Mary y abrió las lecturas que le tenían enganchado estos días. Había acabado con el texto sobre el amor y ahora estaba leyendo acerca del mundo interior, del mundo de los arquetipos, de lo divino en cada uno de nosotros. En definitiva, de lo que somos. Justo al abrir estaba el siguiente pasaje:
«El mundo interior está siempre activo. Actúa en los demás mundos constantemente. El mundo interior es totalmente imprescindible, como lo es el aire para que vivamos, aunque nunca pensemos ni en el aire, ni en el mundo de lo Divino. No siempre necesitamos el agua y la tierra. Tampoco el fuego. Sólo queremos calentarnos cuando tenemos frío. Sin embargo, siempre necesitamos el aire. No podemos parar la respiración ni vivir mucho tiempo sin aire. De igual manera dependemos constantemente del mundo interior«.
Y es que el mundo interior era una cuenta pendiente del Contrafantasma. Pasó muchos años de su vida ignorándolo y moviéndose en una dirección no coincidente con él, hasta el punto que se rompió. Aquella ruptura consigo mismo fue dolorosa y le ha dejado algunas cicatrices. Y cuando leía que el mundo interior es tan invisible y tan necesario para vivir, como lo es el aire con el que respiramos, los ojos se le llenaron de lágrimas.
Se estaba acercando la pajita del Bloody Mary a la boca sujetando a duras penas las lágrimas con sus lentillas, cuando alguien le tocó el hombro y le dijo hola. Levantó la cabeza con esa expresión difícil que ponemos cuando no queremos llorar delante de alguien y frente a él había una mujer joven sonriendo, con unos ojos que le resultaban familiares. La lectura le había transportado tanto a otro lugar, que por un momento no recordaba porqué estaba allí y quién era esa mujer. -Hola-, repitió ella, -soy Curra, hablamos ayer por teléfono, te dejé una nota en casa de Petra la otra noche-. En décimas de segundo reconstruyó toda la historia y el porqué estaba allí. Se sacudió el aturdimiento de su momento introspectivo, al mismo tiempo que miraba a la mujer, que le seguía resultado conocida. Por fin se levantó y le dio dos besos, momento en el que se le cayó el libro al suelo. Al agacharse a recogerlo se encontró de frente con los pies de ella metidos en unas sandalias de cuero rojo y las uñas pintadas de coral. Al regresar arriba recorrió las piernas de la mujer, morenas y con buen tono muscular, y de pronto supo de qué la conocía y porqué los ojos le resultaban tan familiares. Esas piernas ya las había visto antes a esa misma altura. Eran las piernas de la mujer atractiva semidesnuda que habita en el primer piso de la calle de cerca de su oficina y con la que se había cruzado aquel día en su portal, sin atreverse a decirle la verdad.
La miró de nuevo con cara de sorpresa y nerviosismo. Ahora si que estaba perdido. ¿Por qué esa mujer le conocía a él?, ¿cómo sabia que iba a estar en casa de Petra esa noche?, ¿por qué motivo no pudo ella estar allí? y sobre todo, ¿sobre qué tenia que mantenerla informada?. Todas esas preguntas se amontonaron en el segundo en el que de nuevo se miraron y antes de que le ofreciera sentarse en el taburete de su derecha.
Ella pidió otro Bloody Mary..
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