El Contrafantasma se había despertado empapado en sudor, la temperatura nocturna no había bajado de los 26º durante toda la semana y los sueños tampoco habían ayudado en la última noche. En su másallá (su sueño), estaba sentado en un aeropuerto con dos mujeres, una de ellas conocida en el mundo exterior. De pronto la que no era conocida se transformaba en la que si lo era y era como si estuviera sentado con dos gemelas, o con la misma persona por duplicado. Una mujer en el sueño de un hombre representa opiniones de ese hombre. Si la mujer es conocida, uno tiene que pensar en las asociaciones que tiene con ella, para saber sobre qué opiniones le está hablando su sueño.
No tenía ganas de analizarlo en profundidad, así que lo escribió en su cuaderno mientras tomaba café y se metió en la ducha. Había vuelto a quedar con Curra, esta vez a desayunar. La conversación con los Bloody Mary´s de la noche del jueves había sido tremendamente reveladora, pero aún había cosas que necesitaba asentar, tanto en los hechos que le contó Curra, como en su repercusión interna.
Curra le contó que desde el día que se cruzaron en el portal de su casa algo pasó, algo que no era capaz de explicar y que a la vez no podía evitar. Así que ese día dio media vuelta al doblar la esquina y le siguió hasta su oficina, sintiendo mucho alivio cuando comprobó que trabajaba muy cerca de su casa. Que al día siguiente se presentó allí preguntando por él y que la persona que estaba en la recepción le entregó una tarjeta de visita suya. Que al llegar a casa googleo su nombre y encontró tres conexiones comunes y que una de ellas era Vera, amiga suya y prima de Petra. Vera y Curra estudiaron juntas en la universidad y muchas veces, durante aquella época de veinteañeras, habían ido a casa de Petra a las fiestas de los primos mayores. A Petra le encantaba presentar a su prima pequeña como la prima Vera y esto les concedía cierto protagonismo en aquella veladas, ya que todos los tíos acababan haciéndole el chistecito a Vera. De hecho, durante años, por hacer la gracia y añorando aquellas famosas fiestas de la Autónoma de Madrid de fines de los 80, a las fiestas en casa de Petra se las llamó las «Fiestas de la prima Vera».
Curra siguió con su relato de los hechos. Le dijo que había llamado a Vera y preguntado de qué conocía al Contrafantasma, que lo tenia en su LinkedIn. Vera había dudado, pero en seguida había caído en de quien se trataba. Es amigo de mi prima y alguna vez nos hemos visto en su casa. Y también le dijo que creía que ellos (Petra y él) se seguían viendo. Además le dio el dato de que Petra iba a celebrar su cumple y que tras años sin ir, se iba a pasar por allí a saludar y tomar un vino. Le dijo a Curra que fuera con ella y llamó a su prima para asegurarse de que ésta invitaba al Contrafantasma. Y todo aquello sucedió según el plan, salvo por el hecho de que Curra dijo en el último momento que no podía ir, pero que por favor le consiguiera el teléfono de ese hombre.
A partir de ahí los datos ya conocidos. La noche de jueves de agosto, la casa de Petra, la presencia de Irma, la conversación con ella, la aparición de Fran el prometido, su pinta de señor mayor aburrido, la decepción del Contrafantasma, la prima Vera consiguiendo introducir la nota en el bolsillo del Contrafantasma, la colada del domingo, la nota, el frutero, la llamada de Curra y la cita en Harvey´s. Y lo más importante, Curra le confesó después del segundo Bloody Mary, que al verle en el portal de su casa había sentido como si inclinaran la acera 45º grados en dirección a él y que aquello era la primera vez que le pasaba en sus 36 años de vida. Que sintió una ganas terribles de que él hubiera contestado que la estaba buscando a ella, porque la había visto desde la calle caminar semidesnuda por el salón y que acto seguido hubieran cogido juntos el primer avión posible a NYC.
Todo eso había sido la noche del jueves, regada por un necesario alcohol para desinhibirse. Ahora ya era domingo, era por la mañana y las cosas se habían reposado un tanto. El desayuno empezó raro porque el Contrafantasma lo primero que hizo fue preguntar por el novio de Curra. -¿qué hay de tu novio, ese que te tiró las llaves cuando nos cruzamos en tu portal?-. Sonó inoportuna y masculino corporativa la pregunta, pero era lo que de verdad le salía. Ella cambió el gesto, se puso pálida y como que de pronto regresó a su realidad. Le contó que fue por eso por lo que no acudió a casa de Petra, que no quería ir con su novio y que tampoco quería verle a él con nadie, que le dio miedo. -¿Miedo de qué?- insistió él. Miedo de comprobar en tiempo real que siente algo de baja intensidad por la persona con la que comparte su vida y de la que una vez estuvo enamorada. Mied9 de evidenciar que son más compañeros de piso, que de vida. Miedo de chequear que ella no es ella cuando están juntos y que eso hace que él tampoco sea él, y viceversa. Que la cosa se va complicando con el tiempo y que cada uno hace la guerra cada vez más por su cuenta y con su smartphone. Que el amor inicial y la asociación fue magnífica hace dos años y que ella pensó que la cosa solo mejoraría con la convivencia. Y todo esto a los 36 años, con la tradición y la opinión pública presionando con la maternidad.
El Contrafantasma recogió la declaración, le parecía honesta y sin adornos. Estaba siendo ella en un momento bajito y eso demostraba valentía y capacidad de reconocimiento. Además le contó que a él también le dio miedo decirle que era a ella a quien buscaba en su portal aquel día, que pensó que se le había ido la olla y que le hubiera llamado loco o tomado por uno de haberlo hecho así. Que ahora se daba cuenta de que tenía que habérselo dicho y quizá haber tomado este café jubtos hace unas semanas. Le agradeció que hubiera hecho el esfuerzo por quedar con él y contarle esto y también le dijo que ahora se daba cuenta de que a él le había pasado lo mismo con Irma y que aun no se había atrevido a intervenir. Le dijo que hablara con su novio, que le expusiera todo lo que le pasa y que si eso desembocaba en ruptura, pues que sería lo mejor para los dos. Pero que no cerrara esa relación en falso, sin haber agotado hasta la última gota de saliva preguntando las dudas que tuvieran por parte de ambos. Y que igual sucedía que haciendo eso volvían a una senda de ilusión. Le dijo que el amor es cíclico, como lo es la naturaleza y que hay momentos valle, pero que luego vuelve a florecer, siempre que por el camino se haya cuidado el jardín.
Y el Contrafantasma seguía sin tener el teléfono de Irma.
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