La semana empezó en la radio escuchando una entrevista de Pepa Bueno con Ana Patricia Botín, en la que ésta última decía que hace diez años no se habría declarado feminista, pero que ahora si. Esas palabras en boca de esa mujer, se habían quedado botando en el interior de la conciencia del Contrafantasma.

Como todo pasa por algo, el martes por la noche recibió otra pieza de información ajena, que en este caso no venía de la radio sino dirigida a él mismo ~»…cuestión de bajarse del pedestal y hacer un quiebro al ser el centro del mundo»-. Esta frase iba dentro de una carta que el Contrafantasma recibió por mail y se refería al pedestal al que él y el resto de los hombres, supuestamente nos subimos para mirar el mundo, a la posición central en la que ubicamos ese altillo y al necesario quiebro que, según la mujer que la escribió, deberían de hacer él y el resto de hombres para conseguir ser buenos, o verdaderos, o libres, o todo… En resumen, para no ser machistas y no reproducir consciente o inconscientemente el paradigma incorrecto reinante en nuestra sociedad.

Al tiempo, la semana transcurría como tantas otras en primavera. Esta estación tiene la capacidad de contener a las otras tres dentro de si y en un mismo día puede hacer frío invernal, viento otoñal y calor estival. La primavera es cambiante, imprevisible y complica la primera decisión del día sobre cómo vestirse. Otro día, pensó el Contrafantasma, entraré a investigar por qué esta estación del año es semánticamente la única femenina, a ver si hay analogías relevantes: florecimiento, belleza, inestabilidad, temperatura agradable, acogimiento, vida en su apogeo…. otro día, sí. Hoy era lo masculino como concepto, lo que se le había quedado flotando al Contrafantasma desde la entrevista de la radio y la lectura de la carta, y que coincidía en el tiempo con un aluvión de informaciones en la opinión publica reivindicando lo femenino y la necesidad de ponerlo en el lugar que le corresponde.

Soy hombre, sí, se dijo. Mi arquetipo, mi sello de origen, el ideal que guía mi proceso de desarrollo, de individuación, es masculino. Lo masculino en esencia tiene que ver con lo extrovertido, con la obra exterior, con la previsibilidad, con la comunicación directa, con los ciclos continuos y largos, con la estabilidad. Y si, estoy precisamente en una fase de la vida -la cuarta-, donde de manera especial los hombres tenemos que desarrollar las características de lo femenino, que tienen que ver con lo introvertido, la sensibilidad, la subjetividad, el acogimiento, todas ellas relacionadas con la obra más elevada de nuestra especie, la capacidad de generar vida. Y un tercer si, continuó, esto sólo va a funcionar si existe un correcto desarrollo de lo masculino y lo femenino en mi y si lo llevo a la práctica ahí fuera, desde aquí dentro.

Pero ahí fuera la situación se está poniendo difícil para lo masculino, pensaba el Contrafantasma -y recalcó en su pensamiento que se refería a lo masculino, no al colectivo de los hombres-. No hay espacio en lo público para apelar a la necesaria compenetración de lo masculino con lo femenino, porque todo lo ocupa ahora un necesario brote de reivindicación de las mujeres. El problema es que la situación de muchas mujeres a nivel individual, de las mujeres como colectivo y de mujeres y hombres como especie, tiene que ver con ese incorrecto desarrollo de lo femenino y lo masculino en todos nosotros y no simplemente con la acción «opresora» del colectivo de los hombres hacia el de las mujeres a lo largo de la historia. Y el problema se agudiza y perpetúa porque no hay aún un «manual» para orientar ese correcto desarrollo y sin él no vamos a ser capaces de integrar ambas realidades.

La solución, pensaba el Contrafantasma, es tratar de escribir ese manual accediendo a las informaciones que vienen de dentro de cada uno de nosotros, porque están ahí en origen. Y una vez encontradas, integrarlo y aprender a leerlo para llevarlo a la práctica. Hay que aprender a leer lo que viene de dentro, como aprendimos a leer lo que viene de fuera, porque la naturaleza no se equivoca y mujeres y hombres somos dos mitades de la misma realidad.

El cambio está sucediendo, si bien parece aún desordenado, lo que genera desasosiego. Pero sólo va a consumarse si reconocemos lo masculino y lo feminino en nosotros, lo respetamos como tal y lo desarrollamos correctamente. Las cuotas y la discriminación positiva no sirven de mucho si no integramos esta necesidad de desarrollo correcto de cada una de las dos realidades. Las grandes declaraciones animan y movilizan, pero son las pequeñas actuaciones individuales, las de casa, las de la pareja, las familiares, las que consolidan el cambio, las que lo integran y las que forman e informan a mujeres y hombres en base a lo verdadero, lo ideal y lo arquetípico.

Así que desde aquí, desde lo masculino, pido ayuda, comprensión y confianza a mujeres y a hombres. Entre todos vamos a conseguirlo.

Etiquetas

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

A %d blogueros les gusta esto: