Era diciembre de 2015 cuando Leire, amiga y profesora de derecho, le dijo al Contrafantasma que ella no votaría a ninguno de los líderes políticos de los cuatro partidos mayoritarios porque son tipos nada trabajados. No mencionó su ideología, su formación, su biografía pública, su programa electoral, ni sus talentos individuales o atractivo personal. Simplemente dijo que son gente poco trabajada. Y es que hoy ese trabajo personal supone un aval mucho mayor que el logotipo del partido al que representan, el lado de la ideología en el que se posicionan y por supuesto mucho más que lo que dicen en público, cuyo valor es tendente a cero, por falso y oportunista.
Había estado bastante ocupado a lo largo de la semana y tratado de evitar la polémica suscitada por la casa de los líderes de Podemos, pero le llegaban tantas informaciones al Contrafantasma, que al final llamó a Leire para comentarlo con ella. Es un claro ejemplo de lo que hablamos aquel día, le dijo, un síntoma de lo poco solida que es la clase política y lo jodido que lo tenemos los ciudadanos para optar por opciones íntegras con representantes bien construidos. Cierto es que estamos todos metidos en ese circo, así que lo que criticamos a los políticos es muy probable que lo suframos en primera persona en mayor o menor medida. Y es que ese trabajo personal debería de estar orientado por una correcta imagen del mundo y por un desarrollo personal íntegro en función del arquetipo (sello de origen) de cada uno. Y me temo que a los Montero Iglesias les están fallando los dos, concluyó.
Los Montero Iglesias y el resto de ciudadanos habitamos un momento histórico con una imagen del mundo incorrecta que sólo contempla las realidades exteriores, donde lo único «verdadero» es lo material, lo que se puede medir o pesar. Esto provoca evaluar a las personas y a nosotros mismos por lo que tenemos, en lugar de por lo que somos. Más casas, más cifras en la cuenta bancaria, más conquistas amorosas, más viajes realizados, más votos, más likes en Instagram, más followers en Twitter, más, más, más… Libre mercado y comunismo partieron ambos de este paradigma materialista y por tanto ambos son caminos que van en la mala dirección. Da lo mismo que el discurso sea el de repartir lo que hay entre todos, como predicaba y no ejecutaba el comunismo, o ejercer el libre mercado capitalista basado en el rendimiento por el rendimiento, que genera extrema desigualdad entre los que más tienen y el resto de la población. El materialismo no funciona porque nos separa de la naturaleza y de nuestra naturaleza como seres humanos. Y lo que es más grave, porque está acabando con el planeta donde vivimos todos, humanos, animales, plantas y minerales.
Y luego está el desarrollo correcto del arquetipo. El Contrafantasma sabía que este era un tema más complicado, pero también que Leire era buena interlocutora para hablar de ello. Desarrollarse según el arquetipo no es más (ni menos) que hacer lo que eres, ser íntegro. Si nos acercamos a lo que somos es muy probable que seamos más felices, que lo del mundo exterior fluya mejor y que además aportemos armonía al cosmos, a la naturaleza. Pero esto es difícil, un reto de valientes dispuestos a desnudarse y exponerse de verdad, sobre todo en la función del reconocimiento de lo que somos y de para qué hemos venido al mundo. La opinión pública lleva siglos contándonos que podemos ser lo que nos propongamos y al tiempo presionando para que hagamos lo que debemos según la tradición familiar y cultural. Y esa dualidad presionante provoca frustración y nos deja hechos un lío, además de llenos de pequeños o grandes malestares en el alma, en el cuerpo y en el organismo, que van desde las migrañas al cáncer.
Los Montero Iglesias han atacado el libre mercado durante años, sin ser conscientes que lo que apoyan como alternativa también se basa en ese paradigma materialista incorrecto. En sus actuaciones públicas hacían ver que sus acciones y declaraciones eran coincidentes. Parecían coherentes y esto les otorgaba libertad para criticar con dureza al resto desde el púlpito de su verdad. Ahora ya no, los hechos del chalé en Galapagar no se corresponden con sus afirmaciones anteriores y tienen dificultad para mantener sus personajes públicos.
Los Montero Iglesias es probable que, paradójicamente, estén en su momento vital más dulce en lo que se refiere a acercarse a sus arquetipos. Están enamorados y van a ser padres, sin duda de las obras más trascendentes que mujeres y hombres podemos abordar y un pleno de armonía con lo divino. Y Leire dice además que no hay que criticar a los Montero Iglesias porque por primera vez están siendo ellos y no están pensando en los votos, ni en como hacer para que Errejón se estrelle. Están en armonía con su amor, las nuevas vidas que están creciendo y el deseo de que sus hijos puedan vivir alejados del show en el que están ellos.
Y está bien, lo único es que tienen que pensar detenidamente y mirando hacia dentro, si ahora deben de dejar la política o en su defecto, hablar con Rivera y presentarse por Ciudadanos.
No es tan grave, salvo para los que tenemos que ir a votar.
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