Con 10 likes tuyos en FB, el algoritmo de la red social predice tus opiniones y deseos mejor que un colega de trabajo, con 70 mejor que un amigo, con 150 mejor que un familiar directo y con 300 mejor que tu pareja. Eso dice un estudio que encargó Google hace unos años y que cita Yuval Noah Harari en su libro «Homo Deus«. El Contrafantasma leía de nuevo este párrafo enviado por su amigo Joe unos días antes. Joe lleva meses considerando aplicar a su negocio las técnicas de análisis de datos en grandes volúmenes, porque el concepto genera impacto en sus reuniones con clientes, muy acostumbrados a tomar decisiones basadas en intuiciones personales o en «lo que les digan los de McKinsey». Lo ve como una oportunidad.
Ayer el Contrafantasma le escribió de vuelta.
Querido Joe, se me ha ocurrido buscar la etimología de las palabras relevantes del párrafo que me enviaste. La primera es Algoritmo, que no sorprende que venga del árabe por eso del prefijo Al. En concreto proviene de la palabra Al-Khwarizmi, sobrenombre del matemático Mohamed ben Musa, nacido en el estado de Khwarizmi, uno de los focos del saber y de la cultura del Asia Central durante la Edad Media y que hoy es una provincia de Uzbekistán. Este matemático vivió entre el 780 y el 840 y fue llamado a Bagdad para trabajar con el Califa Al-Mamun en La Casa de la Sabiduría. Como si ahora te contrata Google para trabajar en Mountain View y liderar el departamento de Inteligencia Artificial. Allí pasó varios años y escribió obras muy notables vinculadas a las matemáticas, como el «Libro Conciso sobre el Cálculo por Completación y Balance», que hoy se conoce como álgebra, el «Libro de las Tablas Astronómícas», o el «Libro de la Superficie del Mundo». Como ves, el tipo era todo un sabio y dan ganas de meterse en su obra y biografía. Luego su nombre se contaminó junto con el término griego aritmo, que significa número y de ahí a guarismo y al actual Algoritmo, que tan de tendencia está.
La segunda palabra que me llama del párrafo es Predecir, que como es natural proviene del latín Praedicere y que significa vaticinar, adivinar. La tercera es Opinión, que viene del latín opinari, ceer algo, optar por algo. Y en otra definición, no etimológica, una opinión es la asociación de un pensamiento a una representación, a una imagen que nos creamos en nuestra conciencia. Y por último está Deseo y esta es divertida, ya que proviene del latín Desidium, que significa pereza, ociosidad y cuya raíz proviene del verbo Desidere, que significa permanecer sentado, detenerse. Luego por analogía se le añadió a Desidium el significado de otro verbo de raíz similar, Desiderare, que este si significa echar de menos, anhelar, más parecido a lo que hoy entendemos por desear. Pero siendo justos, un deseo tiene que ver con un anhelo y también con quedarse sentado y no hacer nada, que en el ser humano muchas veces coinciden.
Me voy a arriesgar a reinterpretar libremente las palabras de Yuval Noah Harari usando lo que acabo de describir. Quedaría así. FB utiliza el conocimiento en matemáticas de un sabio que vivió en una región de Uzbekistán hace 1300 años, para adivinar las creencias y vaticinar las ganas de no hacer nada de los seres humanos que forman parte de su red social. Te digo Joe, que leído así, yo no me preocuparía de que tengan 10, 70, 150 o 300 likes míos almacenados y los analicen conjuntamente con los de millones de individuos.
Afortunadamente Zuckerberg no es Mohamed ben Musa.
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