Bello, simple, verdadero e integro

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La semana laboral terminó en el Bar de la Esquina. Desde que Ray (se llama Ramón, pero le gusta que le llamen Ray) está de encargado, las cosas han mejorado mucho. Acompañan las cañas de generosos pinchos y se esfuerzan por ser amables. No hay día que Ray no se acerque y te cuente alguno de sus secretos para que el negocio marche. Se nota autoridad y orgullo en sus palabras. El resultado neto es que el número de clientes ha crecido una barbaridad, casi en la misma proporción que el ruido del bar, cosa que no es tan grata. Y allí disfrutaban su cerveza el Contrafantasma y sus compañeros, mientras él escribía unas notas en el cuaderno negro. Había trabajado estos días acerca de los cuatro anhelos del ser humano, que tienen que ver con lo bello, lo simple, lo verdadero y lo íntegro, y no quería que se le olvidaran algunos pensamientos.

Al día siguiente repasó lo que había escrito. Lo bello es fácil de entender, hay muchas imágenes asociadas a esta palabra. Una rosa, el tema «Asilo» del último album de Drexler, la sonrisa sincera de un niño, el sol saliendo tras las montañas, el gol de chilena de Ronaldo contra la Juve, casi todos los de Messi…

Lo simple no lo es tanto, vivimos en una cultura que identifica simple con «tonto». Si te dicen que eres simple seguramente no te agrade. En cambio cuando encontramos esa simplicidad en lo cotidiano, nos sorprendemos de lo fácil que es que la cosa camine. Algo tan simple como un «no» con fundamento, conduce a un nuevo escenario que ilumina el camino a partir de ahí, hacia algo mucho mejor que lo anterior, que se estaba cargando de complicados y enrevesados argumentos.

Lo verdadero es casi una quimera, hoy nadie se atreve a decir que algo es verdad. Nadie confía en su propio criterio y siempre esperamos que algo exterior a nosotros venga a darnos la razón. Ni Cifuentes, ni su director de master, ni el rector de la universidad son capaces de decir una verdad en su caso concreto. Tranquiliza conocer la definición del término. Verdad no es más (ni menos) que cuando los hechos se corresponden con las afirmaciones. Habrá que ver el desenlace del tema del master, pero parece que los hechos los están generando en tiempo real (ahora están redactando el trabajo fin de master, que les tiene que quedar muy bien, después de lo que ha llovido), para hacer que coincidan con las afirmaciones que la señora ponía en su curriculum.

Y por último está lo integro, que tiene que ver con lo que está de una pieza, lo sano. Y aquí es donde menos en forma estamos. La integridad es cosa de cada uno, no la podemos encontrar fuera, ni comprarla, ni hacer un master sobre ello. Se es íntegro cuando nuestras acciones y nuestro ser coinciden y trabajan al tiempo, de forma coordinada. Ser integro nos enfrenta a la opinión pública, a la tradición familiar, al modelo cultural, al algoritmo de FB y a nuestros propios demonios. Si no se es integro te acabas rompiendo y a veces te duelen las rodillas, otras se apoderan de ti los miedos al fracaso y en otras te surge una alergia a las arizónicas. Ser íntegro es un acto heroico y que no acaba. Se van consiguiendo pequeñas victorias que parecen insignificantes, pero que construyen estructuras sólidas. Si miramos cada día un rato hacia dentro, reconocemos lo que somos y trabajamos en la integración con uno, lo de fuera empieza a colocarse solo. Y sí, cuesta tiempo y esfuerzo, pero el resultado para uno y para el colectivo es tan maravilloso, que merecería que todos diéramos un paso adelante, o mejor dicho, un paso hacia dentro.

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