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Dicen que Edison se sentaba a echar una cabezadita cuando estaba cansado. Y lo hacía sujetando una moneda entre sus rodillas, de tal manera que cuando se dormía la moneda caía y el ruido del impacto le despertaba. Acto seguido apuntaba en su cuaderno las ideas que tenía en la cabeza en ese instante y la leyenda asegura que los grandes inventos surgieron en esos momentos y no en aquellos en los que se ponía a pensar de manera concienzuda.

El Contrafantasma hacía lo mismo en la tarde del miércoles, dormía sentado en la silla de su oficina, con el respaldo bien reclinado hacia atrás y la nuca apoyada. Eran las 3pm, ese momento de regreso de la comida que se hace tan difícil  de conciliar con el mundo exterior, y en lugar de una moneda entre sus rodillas, su móvil reposaba sobre la zona del estómago.

No hubo ruido de moneda al caer al suelo, al Contrafantasma le despertó la vibración del móvil, que también cayó por el respingo que dio sobre su silla debido al susto. Al cogerlo y desbloquear la pantalla, leyó el mensaje que le había despertado. Era de un número desconocido y contenía un texto que decía que por favor contactara con Irma, que ella no lo iba a hacer y que necesitaba su ayuda. Terminaba diciendo que era una amiga y que prefería no desvelar su identidad. Leer esto despertó del todo al Contrafantasma y le hizo olvidar esa idea que seguro estaba teniendo mientras dormitaba. Se quedó intrigado y preocupado, habían pasado dos semanas del último encuentro y lo último que sabia de Irma era que se habían cogido de las manos y acto seguido ella había salido corriendo a una reunión con su jefe. Después él había estado de viaje en Europa del este durante una semana y no habían tenido noticias el uno del otro. Ahora este extraño mensaje que le pedía ayuda para Irma. Pero ayuda para qué, se preguntaba.

Decidió salir de la oficina hacia a su apartamento, lugar que consideraba su verdadero ámbito de trabajo. Lo que hace el Contrafantasma para pagar las facturas poco o nada tiene que ver con su arquetipo. Ser consultor es ya una profesión dudosa, pero simular ser especialista en cosas como la innovación y la transformación digital, son el mayor embuste que hoy circula por la conciencia colectiva corporativa. El desconcierto es tal en este cambio de era, que vale con que le digas a tu cliente que le vas a convertir en el nuevo Uber de algo, siempre que la reflexión esté bien presentada y argumentada en powerpoint y contenga conceptos como algoritmos, design thinking, big data, machine learning, artificial intelligence, etc… Hay escasa autoridad en el mundo de la empresa, son pocos los autores (los que han hecho) de verdad las cosas que recomiendan y muchos los que acumulan conocimientos de cosas hechas por terceros, que luego agrupan en una presentación vistosa. Eso si, lo saben hacer muy bien y dejan muy tranquilos a sus interlocutores, porque van a quedar bien con sus comités de dirección.

Lo bueno es que la conciliación también es tendencia, y el Contrafantasma podía trabajar desde casa, con tal de que su tareas estuvieran hechas a tiempo. Así que desde su sillón favorito, un viejo diseño del matrimonio Eames denominado Armchair, leía una y otra vez el mensaje que le había llegado. La preocupación empezó a ganar a la intriga y esas palabras parecían ahora más una amenaza, que el mensaje de una amiga de Irma. Decidió llamar a Irma directamente para estar seguro de que estaba bien. Después de varios tonos saltó el contestador que le sugería dejar un mensaje. No lo hizo y escribió de vuelta al remitente del que había recibido él, – ¿quién eres? -, preguntaba en su escueto texto de vuelta, No obtuvo respuesta y tampoco estaba seguro de si el mensaje había llegado, así que llamó. Con tono marcadamente latinoamericano, una voz contestó a la primera. – ¿qui hubo?,¿hola? -. Al Contrafantasma le sorprendió tanto la respuesta, que volvió la pantalla hacía si mismo para comprobar que era el numero correcto.

– Hola -, dijo – he recibido un mensaje de este número, ¿con quién hablo? -.

– Eso me lo dirás tu, hermano, que eres el que está llamando -, respondió la mujer del otro lado de la línea.

Contrariado colgó y llamó de nuevo a Irma, el contestador volvió a saltar. Al Contrafantasma empezaba a no gustarle la situación, pero aún así trató de mantener la calma. Pensó en localizar a Fran, pero un rechazo inconsciente se lo impidió. Pensó en presentarse en casa de ella directamente, pero tampoco le parecía una buena idea, sobre todo porque no sabia si llegaría en algún momento. Estaba confundido y por primera vez sintió el impulso de registrarse en alguna de las redes sociales conocidas para investigar por ese camino. Se descargó Instagram, donde sabia que Irma era activa, sobre todo haciendo fotos de casas que le llamaban la atención. Era una enamorada de la arquitectura de vanguardia. El registro fue sencillo y la búsqueda más. Al meter Irma Zender, nombre y apellido poco corrientes, el buscador la encontró rápido. Tenía el perfil abierto a todo el mundo y pudo comprobar sus últimos posts. La última foto era de dos días antes y al pie de un amanecer sobre una casa de hormigón, escribía «echo de menos el horizonte».

 

 

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