Tenía la duda razonable de si se trataba de un buen día. Uno se levanta con la ilusión de que al abrir la persiana lo que encuentre sea soleado y azul, con los conflictos justos, escaso de trafico, vacío de idiotez, armonioso y motivante. Con la esperanza de haber atrapado las suficientes horas de sueño para estar descansado y de que el más allá no haya causado daños irreparables Con la intención de que las actividades que va a acometer tengan que ver con uno, resuenen, aporten a su propio bienestar y con suerte, algo al resto del cosmos.
Esa mañana de jueves festivo, el Contrafantasma salió a la calle y se sentó en la terraza de siempre a leer el periódico. Era aun octubre y los días se resistían a dejar de ser cálidos. El cambio climático juega a favor de octubre y mayo, que por voluntad propia y presión popular siempre han querido ser verano y cada año se reduce más la horquilla de acción del otoño y la primavera. A su lado sentado un hombre que, según su fisonomía, ya había cumplido los setenta. De aspecto saludable vestía camisa blanca remangada y arrugada, unos tirantes con los colores de la bandera de Italia, alpargatas viejas y pantalón de algodón verde claro. El pelo abundante peinado hacia atrás, de un color que comprendía toda la gama de grises, rodeando una cara de tez morena surcada por el paso del tiempo. Asomaba una amplia cicatriz horizontal en la barbilla, que le daba prestancia y aire aventurero. Portaba gafas de vista cansada, de esas que venden ahora en todos sitios, con un cordoncillo que evita perderlas en cada mesa. Se miraron un segundo e intercambiaron los buenos días. El hombre le preguntó cómo estaba y al Contrafantasma le pareció que no era una frase hecha.
¿Se lo cuento?, le dijo al hombre. Si, le contestó éste.
Pues mire, pasan unas semanas en las que no encuentro la fórmula para prestarme atención. Y no es narcisismo, o eso creo, es simplemente que no soy capaz de incorporar una manera de ser que me ayude a dar pasos en la dirección adecuada y eso hace que muchos días avance en círculos. ¿Usted escucha a los políticos hablar y no decir nada?, pues más o menos yo siento que camino y no avanzo nada. Inicio mis tareas sin parar a reconocer si son las que me hacen feliz. Las hago con solvencia en ocasiones, pero sin demasiada emoción. Y así es complicado unir los puntos hacia el objetivo. Es como las hormigas, que se van comunicando a impulsos eléctricos unas con otras cuando se cruzan, pero que no son conscientes de que hay una reina para la que están trabajando, que hay un sistema, un todo, una armonía. Y no sabe lo que jode poner energía en algo y no reconocer qué es ese algo. O lo que es peor, reconocer que ese algo no es bueno.
Te entiendo, contestó el viejo (sabio). Te entiendo y comparto contigo esa misma sensación a mis 73 años, donde además lo que no me sobra es energía. Yo trabajé 35 años en una misma actividad, que tenía que ver con comprar productos para unos almacenes, que luego eran vendidos al cliente final. Tuve tres hijos, viajé, disfruté, tuve malos momentos, muchas dudas en ocasiones y no tantas herramientas para identificar todo eso y poder atar cabos. La vida hace unos años era mas lenta, con menos oferta en el mundo exterior, pero no te engañes, hacia dentro no hemos cambiado nada. Lo mismo que te pasa a ti, me pasaba a mi, con la diferencia de que la pantalla de mi móvil no se encendía cada 30 segundos. Ahora llevo 17 que no trabajo en eso. Me pre jubilaron, mi pareja murió cinco años después y voy a muchos más funerales que fiestas de cumpleaños. Tengo tiempo y puedo hacer lo que quiera, incluso caminar en círculos. ¿Y sabes lo que me más me gusta? He cambiado la palabra «bueno» por la palabra «bien». El bien, como en el sistema emergente que es un hormiguero, está a un nivel superior, que incluye lo bueno y lo malo. El bien incluye tus dudas, tus prisas, pero también tus curas y tus risas. En tu mano, en nuestra mano, sólo está seguir reconociendo, tanto lo bueno como lo malo. Y todo forma parte del Bien, del ideal. Del que otro día hablaremos, si sigues viniendo por aquí.
Mañana es domingo, ya es noviembre, otoño declarado y han quedado a desayunar para unir puntos.
Deja una respuesta