2020 que te parió…

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Ahora que estás a punto de acabar, me atrevo a hacer balance de lo que ha sucedido, porque sin duda vas a quedar como uno de esos años marcados en los libros de historia.

Si yo fuera tú, lo primero que haría sería reclamar al VAR, o a la OMS, o a Isabel Díaz Ayuso (que si deja de tomar la medicación, seguro que es la más sabia), sobre los derechos del naming de toda la movida. ¿Qué mierda es esa de que el Covid se apellide 19, cuando todo ha sucedido en tu anualidad?. Bueno, salvo muy al principio en China, cuando el murciélago se lo contagió al pangolín al compartir puesto en el mercado de frescos de Wuhan, que fue aún en el año pasado. Y de allí, éste animalito se lo pasó al paciente cero, un médico chino que justo trabaja con armas bacteriológicas y virus varios, todos chungos, para el Wuhan Institute of Virology, un laboratorio en parte financiado por el National Institute of Health (NIH) estadounidense, es decir con dinero público de los ciudadanos norteamericanos.

El caso es que el médico en cuestión, que había visitado el mercado el 14 de diciembre en un frío, soleado y seco sábado de invierno en Wuhan, se marchó una semana después a ver a su hermano y familia a Milán, y junto con sus allegados (palabra ahora muy importante) se fueron a pasar la navidad a orillas del lago Como. Aterrizaron en Milán en un avión de Air China que iba a tope, al llegar a Malpenza se fueron a la estación de Cadorna, donde tomaron un tren que en una horita les dejó en Como. Se alojaron en el (obvio) Hotel Mandarin Oriental a orillas del lago y pasaron siete días en familia visitando los maravillosos parajes del norte de Italia. De regreso a China pasaron tres días por Seúl para visitar al tercer hermano, el más joven, ingeniero en Samsung que con 9 años era capaz de soldar la placa base de un teléfono móvil y que con 16 entró en el MIT para estudiar teleco. Ahora vive en Corea con su esposa y tienen dos hijos. Y todo parece indicar que allí la liaron parda, porque a esta familia china les encanta besar y si bien algunos coreanos ya vestían mascarillas desde hace años, que menudos son para la prevención, parece que el virus entró bien en ese país. Ah, y también el hermano pequeño les contó lo orgulloso que estaba de su último proyecto en Samsung, el despliegue de la red de 5G por todo el mundo.

Pero volvamos a lo de los derechos de explotación de la marca. Es algo que tienes que mirar, porque es una marca muy potente, que siendo muy joven, ya cuenta con una penetración y aceptación magníficas en nuestros imaginarios, siendo hoy más universal que la Coca-Cola, más transversal que Netflix y Apple y más viral (emoticono de guiño, guiño) que Instagram o Tik Tok. Todo además conseguido sin inversión. Los medios de comunicación de siempre y los nuevos medios, los de pago y los gratuitos, los conservadores y los progresistas, todos se han volcado con el virus y todos, sin excepción han llamado Covid 19 a la enfermedad que provoca. Se van a hacer series, películas, merchandising, filtros de instagram y figuritas de los Happy Meal de McDonald’s con ella. Panda ya ha sacado un nuevo antivirus de nombre Simón&Illa, en homenaje a esos dos titanes. En serio, la marca va a volar en los próximos años, con sus nuevas cepas mutantes que regresarán cada temporada, con todo el movimiento anti que generará y con las multinacionales y los gobiernos volcados bien en su erradicación, bien en su tratamiento, o bien simplemente en la explotación comercial de todo lo que mueve a su alrededor (material preventivo, sanitario, medicamentos, seguros médicos, hospitales…).

Y dejas que se llame Covid 19… Y lo peor es que tú, 2020, venías llamado a ser un año redondo, triunfal, olímpico, liga y copa, con esa armoniosa sucesión de números amables, pares dobles en el mus. Te has ido a la mierda, la revista Time te ha puesto en su portada tachándote, personajes como Maradona, Kirk Douglas, Kobe Bryant o Carmen de Mairena nos han dejado en tu periodo y nadie te va a recordar por eso, sino por ser el año del Covid 19. Manda huevos.

Tu año ha sido además el del despliegue de la tecnología 5G, que no digo que tenga nada ver con lo de la enfermedad, porque yo no soy de conspiraciones, si bien muy fan de Miguel Bosé. Y además porque está claro que el virus se ha comportado como cualquier otro virus en la historia, contagiando al de al lado. De Wuhan viajó a Milán, sin pasar por Beijing o Shanghái. De Milán a Valencia, tras jugarse un partido del equipo ché en Champions contra el Atalanta. De Valencia a Madrid, que con el AVE es sabido que hay mucho movimiento. Y ya en Madrid imagínate, el metro, los cercanías, el bus, el partido del Atleti contra el Liverpool, las famosas manifestaciones del 8 de marzo, el mitin de VOX, las misas del domingo ese, un follón…Y luego ya vino UK, Francia, Alemania, y Brasil, Argentina, Perú y en definitiva el mundo entero, que como bien repite Pedro Sánchez (al tiempo que junta sus manos por las puntitas de los dedos, como si le quemaran mucho), el virus no conoce fronteras. Salvo la de Portugal, que parece que si la conoce y no le gustan demasiado los portugueses. Suerte que han tenido.

Pero vaya, sin duda, donde más ha pegado ha sido en USA, que allí todo se hace a lo grande. Y casualmente en el año en el que Trump tenía elecciones, si bien es justo decir que Bill y Melinda ya lo anunciaron en una charla TED en el 2015 (que para eso ellos saben más que el resto). Tu año ha sido el de la caída de Trump. La caída de Trump y el púm para arriba de Amazon, Google, Apple, Microsoft, Netflix, Facebook y todos los que tengan un pie puesto en la tecnología y la no presencialidad de la vida. Y seguro que es sólo casualidad, porque ya digo que no creo en las conspiraciones, pero los del lobby tecnológico no estaban demasiado contentos con su presidente electo en 2016 y parece que con el nuevo, que es mayor y no controla del tema, la cosa va a ser más sencilla. Serán coincidencias, no se.

Y por si todo esto no fuera suficiente, el 2021 va ser el año de la vacuna y de la recuperación económica. En fin, twenty twenty, cosa bonita, que lo has gestionado todo fatal.

Dicho esto, en lo personal me has gustado mucho. He aprendido a hacer bizcochos con harina de trigo sarraceno y sirope de ágave, bordo el rodaballo salvaje al horno, camino más que Forrest Gump y he escrito como nunca (en cantidad) en este blog. He leído algunos libros y comprado muchos más, he dejado de ver deporte en la tele, porque lo molón de verdad es la comunión con el público y sin él no tiene sentido, he consolidado el hábito de meditar 15 minutos cada día, he dejado de pincharme insulina rápida y tengo un sensor en mi brazo que me avisa cuando la curva (de glucosa) deja de ser plana. Tengo amor, trabajo, amigos, familia y hasta he arreglado mi bicicleta (que dentro de poco prometo montar).

Los indicadores de mi existencia exterior laten en parámetros satisfactorios, pero donde de verdad tengo que postrarme ante ti, querido año 2020, es en el reconocimiento, importancia y consolidación de mi mundo interior, de mis mundos invisibles. A lo largo de este año, como tantos sapiens, he pasado mucho tiempo conmigo, en silencio, sin tener que ir a lo siguiente, sin llamadas de nadie, sin reuniones con nadie, ni obligaciones con nadie. El confinamiento nos paró a todos para que atendiéramos a lo que sale de dentro, o simplemente para que como en el juego de la Oca, pasáramos dos tiradas en la cárcel, para disfrutar más tiempo con nuestros hijos, nuestras parejas, o nuestras perras diabéticas, cada uno lo que le tocara. Pero lo que es seguro es que lo que nos tocó, fue muy diferente de lo que había sido hasta el mes de marzo del año que acaba. Y que a partir de ahí, la cotidianidad ha sido simplemente otra. Y para mi, a pesar de todo, satisfactoria.

Mañana lunes es el solsticio de invierno en el hemisferio norte, momento del ciclo anual que indica que empieza la época de luz y a partir del cual cada vez serán más cortas las noches. Y a la vez indica que viene el invierno y que ésta estación es de recogimiento y de cerrar las puertas y ventanas un poco para que no entre el frío. Otras tradiciones hablan de que además es el momento en el que regresan nuestros muertos y podemos despedirnos de ellos, si no lo pudimos hacer en su momento. Y este ha sido quizá el año de más complicada despedida de los que nos han dejado, precisamente porque no nos han dejado estar con ellos, debido al Covid 19. Así que de manera recogida y en silencio, es buen momento mañana para despedir con un abrazo invisible a todos los que en este año tan raro nos dejaron en este lado.

Y para los que nos quedamos, aunque sea de seis en seis y con mascarilla, reconocer más que nunca que, como decía esa pegatina en el paragolpes del coche de mi amigo Josh cuando íbamos a la universidad, «Enlightenment is a team sport«. Porque sí, a la iluminación, a la luz, sólo se llega codo a codo, unos con otros, sin importar tu cuenta de Twitter, tu voto en las elecciones, o tu equipo de fútbol. El 2020 nos ha enseñado eso, la madre que lo parió, que juntos somos muchísimo mejores.

Pasen un buen domingo.

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