La meditación de esta mañana iba sobre el reconocimiento del estrés en el cuerpo.

Según mi teléfono me he despertado a las 7,46 AM, según mi reloj a las 6,47 AM. Y lo se porque como era consciente del cambio al horario de verano, que soy un señor informado, he preferido chequear con el reloj de pulsera no conectado que la hora de hoy realmente era la de hoy y no la de ayer. Al hacerlo me he alegrado de no tener fe ciega en la tecnología. No confiar del todo en la tecnología es un acto de rebeldía mayúsculo en nuestros días. Es más, pienso que es lo que nos hace realmente humanos. Así que ese simple hecho de double checking con lo analógico me ha «llenado de orgullo y satisfacción», como le pasa a Felipe VI con todo lo que hacemos bien los españoles. O eso dice.

He chequeado con mi reloj porque sé que ese no se equivoca y como mi reloj va un minuto adelantado porque no me gusta llegar tarde a las reuniones de Teams, al ver las dos secuencias numéricas seguidas he comprobado que en ese orden de primero la hora del movil y luego la del reloj, las dos representaciones horarias del mismo momento vital, juntas formaban el número capicúa 746647. He perseguido ese pensamiento a ver si me llevaba a identificar alguna señal desde los mundos invisibles, que dicen que nuestros muertos, nuestros dioses y los seres de las otras dimensiones se comunican con nosotros a través de los números. Y este era un número especial por ser primo, capicúa y haber surgido de la desconfianza en los servidores, en los automatismos y en la IA, ese nuevo dios de 2024, hasta que llegue en 2025 lo siguiente de lo que escribir en nuestro Linkedin. Pero mi mente no ha fluido por ahí y se ha ido a la película Good Will Hunting, que vimos ayer mientras estábamos en casa de mi hermano haciendo compañía a mi padre.

Con Matt Damon, Robin Williams y Minnie Driver en la cabeza me he levantado de la cama y he ido al baño. Me he sentado en el váter y he abierto la aplicación de la glucosa en sangre para chequear que estaba en rango, luego la de WordPress para ver las estadísticas de visitas al blog, que eran cero y por último Instagram donde me he quedado unos minutos, que es lo que uno hace cuando abre esa aplicación que viene directamente de los infiernos. En esos minutos he visto la historia de una señora que ha adelgazado una cantidad importante de kilos y que lo demostraba a través del cambio de imagen desde el día de su boda, que no se cuando fue, hasta hoy. Bueno hoy para mi, que es cuando he visto su video en un perfil que se llama Kneepainlife, al que sigo porque muestra buenos ejercicios de fortalecimiento del tren inferior para que tus rodillas sufran menos, pero que he descubierto con el paso de los meses que no mejora tus rodillas si luego no haces esos ejercicios que te propone. Y hoy no recomendaba hacer ejercicios, sino una dieta fenomenal para perder 30 kilos y que la diferencia de tu porte presente respecto al del día que te casaste, sea lo suficientemente llamativa como para hacer un video pretendidamente viral y supuestamente inspirador. No me ha inspirado lo más mínimo, pero me he alegrado sinceramente por ella.

He conseguido cerrar instagram y llegar a la cocina donde he preparado café y me he tomado mis pastillas de la mañana. Mientras el café se enfriaba he meditado 15 minutos y, como he dicho arriba, la sesión de hoy hablaba de la identificación del estrés en el cuerpo. Al cerrar los ojos y centrarme en mi respiración y en los puntos del cuerpo donde tengo tensión o incomodidad, he flipado Maricarmen.

Yendo de arriba a abajo he comprobado que levanto las cejas porque sí y que, por tanto, tengo tensión en la frente. He chequeado que cuando no levanto las cejas porque sí frunzo el ceño porque no y como consecuencia tengo tensión en el entrecejo. Es un clásico en mi lo de apretar las mandíbulas, mucho más siendo pronto por la mañana, ya que es algo que me paso toda la noche haciendo. Debe ser que mis sueños están llenitos de situaciones donde hay que «apretar los dientes», que es una de esas frases hechas que están bien vistas en la conciencia colectiva, porque lo hace Rafa Nadal para poder volver a jugar tenis (qué necesidad tendrá…). Apretar los dientes es ser resiliente, pero se ve que yo solo soy resiliente dormido, cuando no estoy a los mandos. La consecuencia directa de apretar los dientes es que también voy con la boca apretada todo el día. Y será porque no veo bien o porque paso muchas horas agachando la cabeza para ver el movil, pero también tengo tensión en el cuello y en los trapecios. El abdomen se me contrae cuando hablo por pantalla y de toda la zona de las caderas (abductores, psoas, sartorios) prefiero no hablar, que son mi talón de Aquiles. Tengo inflamado el dedo índice de la mano derecha, dolor en el dorsal izquierdo pero, afortunadamente y aunque estas me duelen un poco al hacer sentadillas completas y no te digo nada si trato de ponerme en cuclillas, de las rodillas hacia abajo la cosa mejora y no noto nada. Notar nada tampoco se si es bueno, pero mira, ya era el final de la locución y tampoco le he dado mayor importancia.

La señora de la app de meditación me ha agradecido el esfuerzo de sentarme a meditar y me he ido a tomar el café en plan winner, como Rafa.

Después me he sentado a escribir, he escrito y ahora he publicado. Escribir no me estresa.

Y solo son las 11,05AM de mi teléfono y las 10,06 AM de mi reloj.

Sean conscientes de sus estreses. Feliz domingo de Resurrección.

Deja un comentario

Tendencias