Casi perderme la graduación de Mariana, perderme el baile de Berta, el cáncer de próstata de mi amigo «Briatore», lo potente del sueño que me contó, los lácteos son malos, San Juan, Santiago, días sin meditar, billetes a Ginebra, impactante «V13» de Carrère, el solsticio de verano, los medios empujando tu desasosiego, ni un podcast completo, nada de paseos, pereza de ir a la compra, bici, las dominadas con la goma nueva, escribir, sudar, revisar lo que escribo, cambiarlo, la culpa, la decepción, la alegría, el cansancio, la fiesta de 50 de Pepa y Germán, la evaluación psicológica de un equipo campeón, las resistencias a ello, el nuevo entrenador del Estudiantes masculino, el viejo problema de engañarnos a nosotros mismos, los días largos, «Mr. Jones», entradas para Fito, decir joven como lo hace mi sobrino Jaime, Hacienda, la eterna sensación de que mi mente se mueve en círculos, el relajante pensamiento de que quizá la existencia también lo haga, el miedo a que la rueda del hámster se pare, la implosión catastrófica de una cultura desenfocada, la vuelta al escenario de mi primo favorito y un servidor, lo de la vida y sus círculos que se agudiza, la certeza de que lo redondo es divino, la ilusión de fusionar mi círculo con el todo, Dios, la muerte, la vuelta a empezar, no ir a Galicia, no ser de pueblo, querer serlo, preocuparme, que se corte el agua cuando estoy cagando en una casa muy elegante de la Moraleja, la costumbre de tirar de la cadena antes de cagar, lo nuevo, el amor, los sábados, llorar, los motivos, la certeza de que preocuparse no mejora el momento presente, echar de menos a mi madre, su gazpacho, volver a llorar, los besos de Iris, el sol.

Y así. Pasen un feliz primer fin de semana de verano.

De la cadena tiren siempre después, por las dudas.

2 respuestas a “La semana”

  1. Sí señor, muy bueno, me gustó.
    Saludos.

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