Piensa en uno de esos remolinos en mitad de un río. Fíjate ahora en su forma circular y en su independencia del resto del cauce, que fluye alegre hacia abajo, mientras él se enrosca consigo mismo, aparentemente ajeno al movimiento unánime del resto del agua. Nota que el remolino está compuesto por las mismas moléculas de agua que el propio río, pero que tiende a separarse de las que no están dentro de su enrosque. Observa que el remolino se convierte en una entidad objetivable desde fuera y que al mismo tiempo sigue siendo el río. Si esto es así, podemos demostrar empíricamente que el remolino es a la vez parte del río (misma agua, con su misma composición) y asumir que además es independiente de él, diferente (se mueve de manera circular, mantiene al resto de moléculas de agua fuera de sí mismo y en el momento que lo estamos observando, no fluye hacia abajo como lo hace el río).

Ahora piensa que tú eres ese remolino. Mejor dicho, piensa que tu conciencia individual es ese remolino y que tú por tanto, eres una entidad cognitiva independiente, dentro de una conciencia superior mucho más amplia que tú. Piensa que hay muchos más remolinos como tú, que son independientes y al mismo tiempo son el propio río. Piensa que por independientes que sean, la fuerza de río, el plan del río, es desembocar en el mar y que no hay remolino que lo pueda parar.

Piensa que el río es por tanto algo superior a la conciencia individual, hecho de su misma composición, sin una forma específica y que une a todo lo que existe (remolinos y otros elementos), permitiendo conectar a muchos de ellos, a lo largo del espacio/tiempo que a cada uno le haya tocado vivir. Piensa que los otros remolinos que te vas a encontrar, te verán a ti como un ente independiente, con todas tus capacidades, lo mismo que tú a ellos. Piensa que ni tú ni ellos seréis capaces de ver al propio río, ni entender que sois parte de él, ya que vuestra composición intrínseca es la misma. Sois, somos, seremos, conciencia.

La Conciencia superior, o Dios, o el Amor, o la Naturaleza, o pon tú el nombre que quieras, es ese río y existe. Es invisible porque somos parte de ella, estamos hechos de lo mismo (en nuestra parte espiritual, inmaterial) y porque estamos educados por el paradigma materialista, que sitúa todo lo que existe como entidades objetivables (materiales), independientes y externas a nuestra conciencia individual. Pero eso sólo es posible, si consideramos que lo único que hay, lo único que existe, es el mundo exterior, ese experimentable con los sentidos. Y esa es una manera parcial de entender la realidad, con una visión incompleta del mundo, porque contempla tus pensamientos, tus sueños, tus malos rollos, tus intuiciones, tus emociones y todo lo invisible, como simples conexiones sinápticas de tu cerebro, carentes de propósito. Y no es así, y lo sabes.

La explicación filosófica y sobre todo, para los más escépticos (que como mi primo Rafael, seréis la mayoría), la explicación científica, unido con la metáfora del remolino que acabo de dejar aquí escrita, las podéis encontrar de manera detallada en la obra«¿Por qué el materialismo es un embuste?», del brillante científico y filósofo Bernardo Kastrup. Libro que recomiendo fervientemente leer, en aras de la reconciliación con uno mismo y con el resto de la vida. Y sobre todo, para seguir echando abajo el muro del materialismo, que lleva decenas de años educando generaciones, sin ofrecer respuestas para todo aquello que no se puede medir, contar o pesar.

Y no digo más, que hace muy buen día para tomar una cerveza con otros remolinos afines. Pasen un buen domingo.

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