Necesitamos símbolos

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Después de un años escribiendo en mi blog, hace meses decidí que era momento de tener un símbolo, una representación de la esencia del mismo y al hacerlo pensé en llamar a Oski. Oski es el mejor diseñador gráfico del mundo que yo conozco, osea de mi mundo. Es alguien a quien le arrojas un pensamiento de lo que te gustaría tener como imagen de algo y te devuelve un resultado que supera tus expectativas, con un añadido en forma de explicación racional que tú no habías llegado nunca a formular. Oski ha desarrollado su arquetipo a base de hacer logotipos y lo hace de forma divina.

Pero no le llamé, sería como ser amigo de Messi y llamarle para ir a jugar una pachanga de divorciados Vs casados, o de solteros Vs divorciados (la otra combinación, la clásica de solteros Vs casados ya no se puede jugar, no da). Y menos con el follón que tiene ahora el pobre Messi, que se muda y tiene que buscar casa en Manchester y todo. Así que me puse a hacerlo con las herramientas que hay en la red y con los limitados conocimientos que atesoro. El resultado fué el de la imagen de arriba del todo, encima del nombre del blog. Se admiten todas las opiniones, pero aviso de que no lo hice al pedo.

Me propuse materializarlo de forma científica, con método. Para entender lo que estaba haciendo, busqué el origen y la etimología de la palabra símbolo y encontré que proviene del griego sim (unir, conjuntamente) y balleim (lanzar, arrojar, tirar). Así que sería algo como «lanzar para unir». Símbolo es además el opuesto de diábolo, de donde viene la palabra diablo, con todo su mal rollo. Y como última referencia encontré que proviene también de la palabra símbalo, que era un objeto que se dividía en dos en la antigua Grecia, entregando cada una de las partes a dos personas que necesitaran reconocerse en un futuro, convirtiendo ambas piezas en la contraseña necesaria para volver a conectar.

Por tanto, un símbolo es la contraseña para entender el significado completo de algo, es lo que nos conecta con la esencia de algo, lo que trasciende, es lo que nos une con lo invisible. ¿Y qué es lo invisible?. Lo invisible en todo aquello que no se experimenta con los sentidos externos (vista, oído, tacto, gusto y olfato). Es decir, lo invisible son las emociones, los pensamientos, los sueños, las intuiciones, las sensaciones, las inclinaciones, la imaginación, la voluntad, los afectos… Y nadie va a negar que son cosas reales, por más invisibles que sean.

Y un símbolo vibra, atrae, une, completa, trasciende. Y no solamente porque el creador del mismo haya estado iluminado a la hora de hacerlo, que también. Ni por el éxito exterior de la empresa o concepto al que representa, que por supuesto. Los símbolos están ahí previo a nosotros, pertenecen al cosmos antes de que los humanos les diéramos carga de significado. Y por supuesto antes de que la imagen simbólica vacía fuera uno de los paradigmas de estas sociedades en las que vivimos.

La naturaleza posee símbolos incluso antes de que los humanos la habitáramos y nos pusiéramos a diseñar y a crear los nuestros. Uno de los que más me gusta es el círculo, esa figura que no tiene principio ni fin, como el universo (que ya lo decía Stephen Hawking), esa forma de la que están hechas las cosas más grandes (los planetas, el sol, la luna) y también las más pequeñas (los átomos, sus protones, electrones y neutrones), esa figura geométrica que acoge, que engloba. Por todas estas características, el círculo representa el mundo interior, lo divino. Y como en el blog hablo mucho de eso, le quise poner el círculo al logotipo. El otro elemento, la flecha hacia abajo, hay a gente a la que no le gusta y que la preferiría hacia arriba. Y bueno, esa dirección hacia abajo quiere representar la idea de hacia adentro. Así que no nos de bajón, que es sólo una invitación a parar y mirar dentro de nosotros, para reconocer lo que de divino hay en cada uno.

Después de entender el significado del concepto, traté de que mi símbolo fuera sencillo, bello, honesto y sano, los cuatro anhelos del ser humano. Y sencillo lo es y mucho, bello, dependerá del ojo del observador, honesto, totalmente, porque el contenido del blog responde a lo que dice el símbolo, sin engañar a nadie, sin artificios, sin expectativas exageradas. Y sano, pues no veo cómo podría no serlo, este logo y el blog no dañan a nadie, ni me cuesta la salud hacerlo. Espero que le pase lo mismo al lector.

Y hoy se me ha ocurrido lo del símbolo porque los echo de menos. El exceso de oferta simbólica que hemos creado, distrae sin conseguir los efectos de contraseña hacia lo trascendente y por tanto no trascendemos, nos quedamos en lo exterior. Hay tanto símbolo vacío de contenido, de significado, carente de vibración, que vamos de uno a otro sin sentir nada, sin emocionarnos nada, sin pensar nada, sin notar nada.

Y no me refiero sólo a las marcas comerciales, que nacen y mueren en función de muchas variables, sino a conceptos más relevantes. ¿Cuáles son los símbolos de la libertad, de la naturaleza, de la democracia, de la igualdad, de la vida, de la salud, de la riqueza?, ¿qué imágenes nos hacen conectar con esos conceptos invisibles haciéndonos vibrar?, ¿a través de qué rituales accedemos a esa trascendencia?, ¿existen aún los rituales?. Quizá me estoy viniendo un poco arriba con tanta pregunta profunda y todo es más sencillo, y uno encuentra lo que le hace vibrar conectándose a su móvil, dónde hoy parece que está todo. Pero honestamente creo que no, nada de lo que está en mi móvil me hace vibrar, ni vibra en sí mismo. Ni siquiera los mensajes de amor de tus seres queridos, cada vez más condicionados por su dependencia de la actualización de la aplicación de emojis, o de los memes.

Lo trascendente no se puede programar, ni diseñar, ni crear, afortunadamente. Hay una charla TED en la que la diseñadora de juegos Jane McGonnigal, dice que los jugadores de videojuegos son más optimistas jugando que en la vida real, porque saben que se puede pasar la pantalla en la que se encuentran, porque saben que, al haber sido el juego programado por otro ser humano, tienen muchas probabilidades de superar el reto. Pero que eso no sucede en la vida real, porque ésta (la vida) ha sido creada Dios. Y a mi me parece una buena explicación para ilustrar sobre los beneficios de los videojuegos, pero también un drama en lo que tiene que ver con el mundo fuera de las consolas, donde las situaciones vitales de cada cual, parecen insuperables en muchas ocasiones, lo que nos hace tener miedo a no superar la pantalla, el día, el mes, la pandemia…

Hoy el símbolo dominante es el dinero (ahora lo será en su forma digital, que se controla mejor) y lo que éste puede conseguir. Pero el dinero representa sólo una parte del símbalo de los griegos, la parte material. A la otra, lo espiritual, lo invisible, no se tiene acceso a través del dinero y sólo se llega a ella a través de la trascendencia. Y a esa trascendencia se accede con actos muy sencillos, pero muy costosos en el momento actual: mirando al mar en silencio por diez minutos, hablando con un amigo, viendo crecer las plantas de casa, compartiendo partidas de Dixit con tus hijos, mojándote con la lluvia, caminando por el campo. Cosas todas ellas muy básicas, creadas antes de existir como especie y además gratis (salvo el Dixit).

Mañana empieza el curso, nueva partida, los símbolos que vibran están ahí afuera, sólo hay que quitar la mugre que tenemos delante, dejar el móvil y disfrutar de ellos un rato al día para volver a conectar, a conectarnos.

Buena semana.

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