Leía el Contrafantasma sobre los pensamientos negativos que a ratos le torpedean la mente y se sorprendía de que Walter Odermatt escribiera que éstos malos rollos no son de nuestra propiedad, sino que provienen del más allá. La única responsabilidad que tenemos es la de ubicarlos en el lugar correcto, según decía el texto. Uno podría pensar que ubicar dichos pensamientos en la palmera, como dice Gastón, un amigo argentino del Contrafantasma, sería eludir la propia responsabilidad, porque estamos muy acostumbrados a tener la culpa de todo lo que aterriza en nuestra cabeza, Y no, muchos de los malos rollos que llegan no son nuestros, son masalleros, del más allá negativo. Pregunten a un neurólogo como se describe la gestación de una comedura de tarro desde su disciplina científica y es casi seguro que no va a poder explicarlo con el resultado de un escáner del cerebro, ni a través del análisis de la segregación de hormonas de uno u otro tipo. Y esto es porque esa actividad medible no sucede hasta justo después de que venga el pensamiento negativo del más allá. Así pues el Contrafantasma salió de la oficina aliviado, pensando que ese runrun que tenía por no haber llamado a su padre en toda la semana, por no haber acabado la presentación que tenia el lunes a primera hora y por no haber comprado el billete de avión para ir a la boda de su prima el 7 de julio, eran producto del más allá trabajando para dar por saco y no dejarle centrarse en lo que si era importante y estaba pasando. El mundial y el VAR.

Se puede criticar mucho al fútbol y lo que le rodea, pero el Contrafantasma llevaba conectado a su amigo Gastón desde hace quince días gracias al mundial y lo que mueve a nivel interno, lo que ya es un motivo de celebración para dos amigos que viven a 12.000km. El fútbol es, como dice Valdano, la cosa más importante entre las no importantes, y un mundial no es sólo fútbol. Un mundial se celebra cada cuatro años y el número cuatro simboliza el mundo exterior, lo mineral y lo material. Lo mineral se rige por las leyes naturales, como la de la atracción de los cuerpos. Y es que el mundial atrae a los cuerpos hacia él y además es uno de los espectáculos de entretenimiento más terrenales que existen, donde todo sucede sin guión, sin actores y sin director. No hay regidor que le diga al público cuando reír, silbar, aplaudir o llorar. Y conviene no olvidar que lo que manda en este juego es una esfera, símbolo de lo divino, que rueda por terrenos de juego de superficie vegetal, símbolo de la vida, y con todas esas naciones representadas por sus colores y banderas, símbolos de la cultura, de lo que es específicamente humano.

Y resulta que ahora se han inventado el VAR, un grupo de personas que ven las jugadas conflictivas en muchas pantallas, desde no se cuantas perspectivas con cámaras super lentas y que luego pueden avisar al árbitro de que se ha equivocado, dejando en manos de éste cambiar de opinión. Puede que el VAR sea justo, pero para Gastón la justicia no es la esencia de la vida, ni de un mundial. Hay cosas terribles que suceden en la vida y no está en nuestra mano evitarlas, ni mucho menos cambiarlas. Hay que saber integrarlas, convivir con ellas y tratar de conectar los puntos de forma correcta para seguir avanzando como especie. En la vida no hay VAR, no se puede volver a arbitrar, ni falta que hace.

Durante los instantes de consulta al VAR en el partido de España contra Irán, un integrante del cuerpo tecnico iraní sufrió un fallo cardiaco. Su equipo acababa de empatar a España con un gol en fuera de juego, que el VAR anuló justamente tras unos minutos de mucha tensión. ¿Qué es mejor para el cosmos, que España e Irán empaten a uno, o que la intervención humana y tecnológica active un fallo cardiaco?. Ahí te dejo la pregunta, sentenció Gastón.

Siguiendo con lo de ayer, te voy a poner otro ejemplo que te va a resultar más evidente, escribió por mensaje de texto al Contrafantasma, justo antes del partido de octavos de Argentina contra Francia. Con el VAR, el gol de Maradona con la mano frente a Inglaterra no habría subido al marcador y quizá Maradona no sería Maradona, ni Argentina, Argentina. Y si, hubiera sido justo, pero no divino.

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